EL TALENTO DE MISTER REPLAY.
Tom tiene 25
años y vive solo en Nueva York , pues es
huérfano de padre y madre (ambos se ahogaron en el puerto de Boston, de donde
eran originarios y lo adoptó su tía
Charlotte).
Un
multimillonario naval, Herbert Greenlead, lo encuentra un día en un bar y le
pide que vaya a Italia, a buscar a su hijo Dickie que lleva allí una vida
bohemia junto a su prometida Marge Sherwood, pues su esposa Emily se encuentra
muy enferma y quiere volver a ver a su hijo.
Se embarcó y
llegó a Italia, en el mes de octubre, a la
localidad de Mongibello, cerca de Nápoles, alojándose en un hotel, el Marimare;
se presentó a Dickie (Richard) y a Marge, tras verlos en la playa, quienes lo
invitan a vivir en casa del primero.
Al poco tiempo
de llegar, Tom y Dickie pasan su primera noche de juerga en Nápoles,
dirigiéndose luego a Roma; aquí les llevó un americano pelirrojo que se llama
Freddie Miles. A la vuelta, Marge se sentía enfadada y celosa de Tom; al
parecer Marge estaba más encariñada con Dickie que este con ella, según pensaba
Tom.
Tom escribe a
los padres de Dickie diciéndoles que el asunto iba bien, que su hijo le había
prometido que viajaría a Estados Unidos el siguiente verano. Tan bien se lo
pasan ambos que deciden, entre otros proyectos, viajar en el velero de Dickie,
el Pipistrello, pero sin invitar a
Marge que se siente celosa y enfadada con Dickie.
Cada mes este
recibía un cheque de 500 dólores de un banco de Nápoles, asunto que le notificaban
en el pueblo donde vivía.
Tras ver que
Dickie y Marge hacían las paces, Tom corrió a la casa de aquel, subió al
dormitorio y tomó un traje suyo y se lo puso mientras simulaba ahogar a Marge, mientras le decía que no la
amaba, haciéndose pasar por Dickie. Notó que se parecía mucho a él y en ese preciso
momento Dickie lo sorprendió en su habitación, a la que tenía prohibido el
acceso. Tom le dijo que no pensara que era invertido, pero que Marge pensaría
que sí lo era. Luego Tom le preguntó si estaba enamorado de Marge,
contestándole que no, que le daba lástima como un perro, pues ella sí lo estaba
de Dickie.
Aparece luego
un nuevo personaje, Fausto, un italiano comunista de Milán, que daba clases de
italiano a Tom.
A Tom le
proponen transportar droga en unos féretros que viajaban en un tren con destino
a París, pero Dickie no lo creyó; tuvieron que ir al bar del pueblo y hablar
con el tipo que les había propuesto dicha operación, quien se lo confirmó. Los
dos discutieron pues a Tom le parecía bien la idea, al contrario que a Dickie.
Tras la discusión
Tom tuvo la sensación de haber perdido a Dickie, se sentía desplomado, rodeado
de desconocidos, rodeado de un ambiente extraño y hostil. Dickie pensó que el
drogata del bar le hubiera puesto algo en la copa que tomaron: “quiero morir”,
dijo.
Tom pensó que
Dickie quería que él fuera con ellos de vacaciones a Cortina d´Ampezzo, una
estación de esquí, a pasar unos días, invitados por F. Miles. Además recibió
una carta del padre diciéndole suponer que su intento por hacer volver a su
hijo había fracasado y que le eximiría de sus responsabilidades.
Más tarde Tom
propone viajar los tres a París, pero Dickie prefiere ir a San Remo. Además le
propone a Tom pasar las navidades en su casa.
Marge les dijo que no iría con
ellos a San Remo pues estaba preparando un libro de fotografías sobre
Mongibello.
El caso es que
ambos llegan a San Remo donde Dickie le dice a Tom que prefería viajar solo a
Cortina con Marge y no con él, por lo que el sentimiento de odio y repulsa
hacia él empieza a tener cuerpo en Tom.
Se dirigen a
Cannes, en Francia; en la playa vieron a un grupo de jóvenes que hacían una
torre humana. Pensaron por la actitud que mantenían que eran homosexuales (mariquitas, como una vez dijo de Tom su
tía refiriéndose a su padre fallecido) y Dickie se marchó de la playa con aires
de superioridad, hecho que fue aumentando, más si cabe, la rabia de Tom hacia
él.
Partieron en
tren hacia San Remo: en el viaje es cuando Tom ve los dos anillos de Dickie
(uno de piedra verde y el otro de oro) y piensa robarle el primero cuando se
marchase a nadar, pues siempre se lo quitaba para bañarse.
Es ahora
cuando se le pasa por la cabeza la idea de matarlo, viéndolo sentado en el tren,
dormitando y con los brazos cruzados, pues notaba Tom que lo trataba con
hostilidad. Se le ocurrió una idea brillante. Podía hacerse pasar por Dickie y
así hacer todo lo que él hacía.
Empezó a
maquinar cómo hacerlo, cómo ponerlo en práctica: quitarle el otro anillo,
pintarse más el pelo y así parecerse más a él.
Sería en el
mar, aunque la operación podría resultar peligrosa pues Dickie era fuerte y un gran nadador; alquilaría una
barca de las que llevan un peso de cemento atado al extremo de un cable que
sirve como ancla.
Alquilaron la
lancha con motor a un joven en el puerto y se dirigieron mar adentro, donde
nadie les observaba. Ya allí Tom propuso a Dickie darse un chapuzón; la
embarcación se fue deteniendo y ellos se iban desnudando. Tom cogió el remo y
cuando Dickie se agachó para quitarse los pantalones, le golpeó con el remo tres
veces, luego tres veces le dio en el cuello con el canto del remo.
Cogió los dos
anillos, dinero y un llavero con 3 llaves, el frasco de colonia que les había
encargado Marge para ella, cigarrillos, el encendedor de plata, un lápiz, el
billetero de piel de cocodrilo y varias tarjetas.
Quemó con su
encendedor el nudo de la cuerda, la ató a los tobillos de Dickie y echó el peso
por la borda. Luego cayó Tom al agua y la motora giraba en torno a él, no
pudiendo subirse por el momento. Cuando por fin lo logró puso rumbo hacia una
pequeña caleta donde empezó a arrojar piedras dentro de la embarcación, la
empujó mar adentro hasta que empezó a hundirse.
Se dirigió al
hotel ante la mirada atónita de los transeúntes que lo veían sin vestir del
todo, hizo las maletas y se dirigió a la estación de tren con la idea de salir
cuanto antes de San Remo. Escogió un coche-cama destino Roma. Luego, ya en
Nápoles, tomó la ropa de Dickie y la echó a la basura. Cuando volvió a
Mongibello visitó a Marge, quien extrañada le preguntó por Dickie,
respondiéndole que se había quedado en Roma y le entregó la colonia que le
había comprado, marca Stradivari.
Tom subió al
piso de arriba, abrió todos los cajones del armario para preparar las maletas
con las cosas de Dickie, igualmente pensó en la venta de muebles, del velero y
de la casa.
Al llegar
Marge, Tom le dijo que Dickie había decidido instalarse en Roma y que ella se
quedaría con el refrigerador que poco tiempo antes había comprado. Tom estaría un
tiempo en Roma con él, luego pasaría unos días en París y finalmente volvería a
los Estados Unidos. Marchó a Roma después de hablar con algunas personas a las
que encargó la venta de la casa y del velero.
Envió una
carta a Marge diciéndole que pasaría el invierno en Roma y en la recepción del
hotel entregó el pasaporte de Dickie. Al día siguiente se trasladó a otro hotel
de mediana categoría, no tan importante como el primero.
A veces practicaba
consigo mismo, dejando de ser Dickie, por si viniera Marge, en cuyo caso le
diría que Dickie se había marchado a ver unas pinturas (era aficionado a
pintar) no sabía a qué pueblo. Pero la mayoría de las veces era Dickie, bailando
en la habitación del hotel.
Recibió una
carta de Marge dirigida a Dickie en la que le decía que le echaba de menos y él
le escribió una carta a sus padres diciéndoles que estaba en Roma buscando un
piso y dando clases de pintura.
Tomó un
vuelo hacia París, hospedándose en un
hotel que le habían recomendado unos americanos. Una pareja, ella francesa y él
americano, lo invitan a una fiesta de unos antiguos nobles. Recuerda entonces,
pues es Nochebuena, que días antes había sido la cita en Cortina a la que fue invitado por Miles y
que seguramente le habrían echado de menos y es por eso que pensó en
escribirle. Fue a Notre Dame a visitar la catedral llena de gentes que
celebraban la Navidad y
luego cenó abundantemente, sin ganas, pues comprobó que las ropas de Dickie le
quedaban holgadas.
Volvió a Roma,
vía Lyon y Arles (donde Van Gogh pintara), Marsella y la Costa Azul.
Al llegar a
Roma tenía una carta de Marge en la que le decía que volvería a Estados Unidos
en el mes de marzo y que se veía fuera de su vida: parecía que Tom estaba
consiguiendo apartarla de Dickie. Le devuelve la carta diciéndole que Tom ha
viajado a París y de allí volvía definitivamente a su país; que él había estado
también en París pero sin ver a Tom. Agradeció a Marge el paquete con regalos
que le envió por Navidad.
Alquiló un
apartamento en Roma; una carta de un señor de Mongibello le decía que le había vendido
unos muebles y que seguramente pronto vendería el velero y la casa. Fue a celebrarlo
dándose una gran cena, en la que no dejaba de imitar y “ser” Dickie. Pensó en
abrir una cuenta bancaria a nombre de Tom Replay. Se encontraba solo pero no
triste: se veía contento actuando delante de un numeroso público.
Decidió
cambiar de aires e ir a Mallorca. Un día llamaron a la puerta de su
apartamento: era Freddie. Tom le abrió como Tom diciéndole que Dickie no estaba,
que volvería pronto; se quitó los anillos para que Freddie no se diera cuenta y
charlaron; Tom le dijo que había visto las maletas de Dickie en su dormitorio
porque pensaba que se iría de viaje, a Sicilia según le había dicho. Tom quiso
coger ropa suya del ropero para hacerse pasar definitivamente como Tom cuando
Freddie vio la pulsera de plata que llevaba en la mano izquierda: le dijo que
era un préstamo. Freddie se marchó diciendo que iba al restaurante Otelo para
ver a Dickie (Tom le había dicho que tenía la costumbre de ir allí a almorzar
sobre la una de la tarde). Comprobó que después de salir y bajar las escaleras
habló con la portera del inmueble y volvía a subir llamando a la puerta. Tom,
pensando que podía ser descubierto, cogió un enorme cenicero y cuando el otro
entró en el apartamento lo mató y miró en sus bolsillos: dinero, billetero,
pasaporte y las llaves de un FIAT que luego vio desde la ventana aparcado en la
misma calle. Puso una toalla alrededor de la cabeza para que la sangre no
manchara el suelo, acercó un vaso a su mano y vertió ginebra en la boca del
muerto. Otros vasos los llenó con las huellas dactilares suyas y las de Freddie;
había que llenar los ceniceros con tabaco marca Chesterfield que Freddie
fumaba, un vaso de Pernod hecho añicos en el baño, y luego podría dejarlo todo
bien, como si nada hubiera pasado. El plan era contarle a la policía, cuando se
encontrara el cadáver, que habían pasado la tarde ambos bebiendo bastante y que
luego Freddie se había marchado.
Encendió la radio
y puso música para que pareciese que estaban los dos de charla pasando la tarde
y bebió.
A las ocho de
la tarde bajó el cadáver, sujetándolo como si el otro fuera totalmente borracho,
y lo introdujo en el coche sin que nadie sospechara. Un señor que pasaba por
allí le ofreció una ayuda que Tom rechazó. Condujo el cadáver atravesando toda
Roma hasta la Via Appia
Antica, buscando las tumbas romanas que allí había; lo sacó del coche, lo
arrastró y lo arrojó dentro de una de ellas, cercana a la carretera; volvió a
Roma y dejó el coche frente a un club, con las llaves puestas; luego arrojó el
billetero a una cloaca. Cuando volvía a casa pensó que había dejado en la tumba
el abrigo y el pasaporte de Freddie, recordando que este le había dicho
que fue un crío italiano el que le dijo
dónde vivía, por lo que empezó a temer que cualquier otra persona pudiera
averiguar su dirección.
A la mañana
siguiente, le telefoneó la policía avisándole que el cadáver había aparecido y
que sabían que había estado en su casa el día anterior; le avisaron que iría un
policía a verlo a casa, él pidió que fuera pronto pues había decidido salir esa
misma mañana en tren hacia Nápoles y desde allí a Palermo, en Sicilia. Sonó el
teléfono y era Fausto, el que le enseñaba italiano en Mongibello, que estaba en
la estación de tren camino de Milán y que quería invitarlo a almorzar. ¿Cómo
habría localizado su número de teléfono?
Luego apareció
un apareja de policías que le interroga. Temiendo que Marge y otras personas
pudieran averiguar la dirección de Dickie y lo pudieran identificar tras la
muerte de Freddie, decidió reservar una
habitación en el hotel Inghilterra, alejándose de su apartamento. Ya en el
hotel lo telefonea un tal Van Houston, un amigo de Freddie que le decía que
quería verlo; en el periódico de la tarde apareció la noticia de que en San
Remo había aparecido una barca con manchas de sangre. Por momentos las cosas se
le estaban complicando a Tom.
Salió y cuando
volvió al hotel le dijeron que Marge había telefoneado preguntando por él.
Llegó la policía: sabían que él y Dickie habían estado en San Remo el 25 de
noviembre anterior, sabían lo del alquiler de la barca y pensaba que Ton Replay
podría estar muerto. Dickie les dice que quiere marcharse a Palermo.
Marge le tefoneó
a la habitación desde la cabina del hotel y Tom le dice que Dickie había ido a
la comisaría 83 y que ella lo esperara en un bar cercano al hotel. El cerco
parecía que se le estaba estrechando. Pagó la cuenta, tomó un taxi, burló la
presencia de Marge y se fue a la
American Express de Roma donde encontró tres cartas.
Marchó a
Palermo al hotel Palma. Pensó en escribir una carta a Marge diciéndole que
Dickie y él eran amantes y pensó que tal vez ella hubiera dicho a la policía
que habló con Tom por teléfono desde la cabina del hotel. Pero todo esto no le preocupaba:
el riesgo es el riesgo, se decía.
Recibe una
carta de Marge en la que le dice que está muy enfadada con él, con Dickie, y
que le dijo a la policía en Roma que Tom estaba con él. Un policía le telefoneó
preguntándole por Tom Replay y él le contestó que lo había dejado en Roma unos
días antes. Jugaba al despiste con ellos.
En una carta
el banco de Nápoles le comunica que la firma del cheque mensual de enero era
falsa y otra carta de la policía de Roma que le forzaba a ir a declarar
inmediatamente. Pensó entonces en viajar a Venecia bajo la personalidad de Tom
Replay y dejar la ropa de Dickie en una consigna bajo un identidad falsa; de
esa manera podría quitarse de encima el asedio de la policía que lo podría
buscar como sospechoso de la muerte de Freddie Miles y de Tom Replay.
Solo conservó
los anillos de Dickie; tomó un tren hacia el norte de Italia, ya bajo su propia
identidad, compró un coche de segunda, llegó a Venecia y se hospedó en un hotel
cercano al puente Rialto a nombre de Tom Replay.
En un
periódico se decía que la policía buscaba a Dickie, amigo del
finado Freddie Miles, para que
respondiera por el paradero de Tom Replay al que hacía tiempo que no se veía.
Pensaba Tom
que era el momento de hablar con la policía de Venecia, identificarse ante ella
como Tom Replay, pues así dudarían de Dickie y sospecharían de este por la
desaparición de Tom. Se tiñó el pelo más oscuro, buscando su color natural y se
retocó las cejas, buscando también perder peso: volvía a ser Tom Replay.
Finalmente
entró en una comisaría y se presentó como él mismo, preocupado porque se había
enterado que la prensa lo daba por desaparecido; le comunican que enviarían un
policía desde Roma para entrevistarse con él y efectivamente vino el teniente
Roverini que ya le entrevistara en Roma, quien le preguntó a Tom por Dickie, por
Freddie, diciéndole que un hombre vio a dos personas junto al cohe de Freddie
sin saber quiénes eran el día de su muerte, que uno estaba borracho y el otro
muerto. Luego le pregunta por Marge y por sus relaciones con Dickie. Le da a
entender que a Marge le gustaba Freddie y que por eso Dickie estuviera celoso,
que fuera él el asesino de Freddie. Cuando se marchó la policía se le ocurrió
la idea de que podría firmar testamento en nombre de Dickie legándoselo todo a
él, a Tom.
Escribe a los
padres de Dickie haciéndoles temer que su hijo se hubiera suicidado, no por
haber asesinado a Freddie, sino por el fuerte chock traumático que esto le
produjo, unido también a la presión por el interrogatorio de la policía. Marge,
a quien también había escrito Tom en el mismo sentido, le contesta diciéndole
que ve imposible el suicidio de Dickie.
Mientras tanto
la prensa italiana publica fotos de Marge, de Dickie, de Freddie y de Tom,
diciendo de este que era un buen amigo del desaparecido Dickie Greenlead;
alquila un palazzo en Venecia y en la máquina de escribir de Dickie escribe un
falso testamento de este a favor de Tom, diciendo que no se abriera hasta
junio; luego arrojó la máquina y la funda a un estrecho canal de Venecia.
Le telefonea
Marge diciéndole que está en la estación de tren y que viene a verlo. Tom intenta
comprobar que en la casa no quedaba nada perteneciente a Dickie; hablaron y
hablaron sobre muchos temas sin que, aparentemente Marge sospechara nada.
Luego, tras el almuerzo en el palazzo, la invitó a casa de un inglés donde
esperarían hasta la hora de cenar. A la vuelta llegaron en góndola hasta la
puerta principal del palazzo, pero se había olvidado las llaves; una motora los
llevó hasta el embarcadero y pudieron entrar por la puerta trasera.
Por la mañana
recibió un telegrama del señor Greenlead diciendo que llegaba a Venecia al
mediodía; lo recogieron en la estación, almorzaron losa tres y el señor le dijo
que ante la ineficacia de la policía italiana y ante el hecho de no saber nada
sobre el paradero de Dickie había contratado a un investigador privado. Luego
en la casa de Tom este le dijo que creía que Dickie se hubiera suicidado ante
el hecho de que no diera noticias suyas después de tanto tiempo.
Después en la
casa de Tom, Marge encontró una caja con los anillos de Dickie (recordemos que
fue de lo poco con lo que se quedó Tom tras asesinar a Freddie) y se los mostró
a él; este le contó que Dickie se los
había dado, quizá pensando en su suicidio o en un cambio de identidad.
Sorprendentemente
ella lo creyó y le pidió que se lo dijera al padre y a la policía. En ese
momento Tom pensaba que estaría resuelto en asesinar a Marge si ella no hubiera
creído la historia de los anillos, pues si ella lo hubiera descubierto, y hubiera pensado
en delatarlo, la habría golpeado con un zapato
haciendo luego creer que se hubiera caído en la entrada del palazzo
bajando de la góndola y dándose un golpe
con los escalones de la entrada.
Al día
siguiente llamó al padre de Dickie, que pensó igual que él y se desmoralizó al
oír lo de los anillos. Luego alguien telefoneó a la casa diciendo que el
investigador privado había llegado a Venecia procedente de
Roma. Fueron a verlo al hotel: Tom le dijo que
Dickie le dio los anillos en Roma tras la muerte de Freddie, pidiéndole que se
los guardara por si le ocurría algo. El investigador le hizo una serie de
preguntas, a las que Tom contestó resueltamente. Preguntó por la muerte de Freddie,
por los posibles cheques con firma falsa. Ya a solas con Tom, en una cafetería,
este hablaba sobre Dickie al investigador McCarron, le decía que Marge estaba
enamorada de Dickie, que le pesó a este bastante la muerte de su amigo Freddie.
Se despidieron y el investigador quiso hablar con Marge.
Parecía que
otra vez las cosas le salían bien.
Marge volvió a
Roma con el señor Greenlead.
Pocos días
después un amigo inglés, Peter Smith, le propone ir a su castillo de Irlanda
para burlar el acoso de la prensa que no lo dejaba en paz; es entonces cuando a
Tom se le pasó por la cabeza que podía ocurrirle con Peter lo mismo que le
ocurrió con Dickie, aunque físicamente no se parecían: Tom declinó la
invitación. Por un momento sintió arrepentimiento por lo que había hecho con
Dickie: si aquel día no se hubiese probado sus ropas en su casa de Mongibello
nada hubiera ocurrido.
En junio mandó
una carta al padre diciéndole que Dickie le dejó una carta en Roma en la que le
decía que no se abriera hasta junio; llegada la fecha él la abrió y se decía
que dejaba sus rentas y bienes a Tom y que se marchaba a Grecia.
Todo parecía
resuelto a su favor pero una condesa amiga suya le dijo que por la prensa se decía que se habían
encontrado unas maletas y cuadros de Dickie en la American Expres de Venecia y que buscaban huellas. Él, bajo la
personalidad de Dickie, las había mandado bajo otro nombre distinto y falso. De
nuevo estaba en peligro pues podrán descubrir también que el testamento fuera
falso. Aun así decide embarcarse hacia Atenas, pensando en el trayecto que a su
llegada lo esperaría la policía que habría descubierto todo el asunto, que lo
detendrían y que lo condenarían a muerte por el doble asesinato cometido.
En el barco
viaja una mujer inglesa mayor, coja, a la que acompaña y da vueltas con ella por
cubierta, es lady Cartwright,con la que ya hablaba de verse más adelante en
Creta.
Llegaron al
puerto de Atenas, a El Pireo, y Tom vio a cuatro policías que parecían estar
esperándolo; bajó las escaleras, se puso entre ellos resignado a su detención y
vio tras de sí un quiosco, cogió un periódico en cuya portada se decía:
SIGUE SIN APARECER S. FAUSHAW, EL
HOMBRE QUE DEPOSITÓ EL EQUIPAJE DE GREENLEAD.
Las huellas de
la maletas eran iguales a las de Dickie Greenlead encontradas en su apartamento
de Roma, por lo que se sugería que él mismo las envió a Venecia.
Se había
salvado; cogió un autobús a Atenas, luego un taxi a la American Expres; allí había
tres cartas: una del señor Greenleaf en la que le comunicaba que su hijo se
había suicidado y le daban el testamento a Tom pues así había sido el deseo de
su hijo. Tom le pide al taxista que le lleve al mejor hotel de la ciudad.
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