martes, 12 de marzo de 2013

Aquí os paso algunos poemas de significativos miembros de la Generación del 27:

 Luis Cernuda.


 Quisiera estar solo en el sur

Quizá mis lentos ojos no verán más el sur 
de ligeros paisajes dormidos en el aire, 
con cuerpos a la sombra de ramas como flores 
o huyendo en un galope de caballos furiosos.

El sur es un desierto que llora mientras canta, 
y esa voz no se extingue como pájaro muerto; 
hacia el mar encamina sus deseos amargos 
abriendo un eco débil que vive lentamente. 

En el sur tan distante quiero estar confundido. 
La lluvia allí no es más que una rosa entreabierta; 
su niebla misma ríe, risa blanca en el viento. 
Su oscuridad, su luz son bellezas iguales.


Un español habla de su tierra
Las playas, parameras 
Al rubio sol durmiendo, 
Los oteros, las vegas 
En paz, a solas, lejos; 
Los castillos, ermitas, 
Cortijos y conventos, 
La vida con la historia, 
Tan dulces al recuerdo, 
Ellos, los vencedores 
Caínes sempiternos, 
De todo me arrancaron. 
Me dejan el destierro. 
Una mano divina 
Tu tierra alzó en mi cuerpo 
Y allí la voz dispuso 
Que hablase tu silencio. 
Contigo solo estaba, 
En ti sola creyendo; 
Pensar tu nombre ahora 
Envenena mis sueños. 
Amargos son los días 
De la vida, viviendo 
Sólo una larga espera 
A fuerza de recuerdos. 
Un día, tú ya libre 
De la mentira de ellos, 
Me buscarás. Entonces 
¿Qué ha de decir un muerto?
Te quiero

Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso; 

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes; 

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas; 

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino; 

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras. 

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

Federico García Lorca

 Baladilla de los tres ríos
 El río Guadalquivir
va entre naranjos y olivos.
Los dos ríos de Granada
bajan de la nieve al trigo.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

El río Guadalquivir
tiene las barbas granates.
Los dos ríos de Granada
uno llanto y otro sangre.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

Para los barcos de vela,
Sevilla tiene un camino;
por el agua de Granada
sólo reman los suspiros.

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

Guadalquivir, alta torre
y viento en los naranjales.
Dauro y Genil, torrecillas
muertas sobre los estanques,

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

¡Quién dirá que el agua lleva
un fuego fatuo de gritos!

¡Ay, amor
que se fue y no vino!

Lleva azahar, lleva olivas,
Andalucía, a tus mares.

¡Ay, amor
que se fue por el aire!

En la luna negra
de los bandoleros,
cantan las espuelas.

Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?

...Las duras espuelas
del bandido inmóvil
que perdió las riendas.

Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!


En la luna negra,
sangraba el costado
de Sierra Morena.

Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?

La noche espolea
sus negros ijares
clavándose estrellas.

Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!

En la luna negra,
¡un grito! y el cuerno
largo de la hoguera.

Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?

Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna;
un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
He venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario